Lorenzo Ruiz, a Filipino lay man recently arrived in Japan in 1636, was arrested by Japanese officials for the crime of being a Christian and ordered to recant his faith. When he refused he was imprisoned for two years. On September 27, 1637, Lorenzo and his companions, several Dominican priests, were taken to Nagasaki to be tortured and killed if they would not recant their faith. Lorenzo and his companions were tortured by water, which was forced into their mouths and down their throats and out their noses and ears. Despite the painful torture, the men refused to do so. Following this, Lorenzo was hung upside down, with a rope around his ankles and with a cut on their forehead. This gash prevented too much blood from gathering in the head, but also caused the victim to slowly bleed to death over an extended period of time. One hand is left free so the victim can offer an agreed symbol that will represent their desire to recant their faith. Those few who recant are spared and allowed to live. But few people ever recanted, choosing instead to die for their faith. Lorenzo refused to recant. According to the record of his death, his last words were, "I am a Catholic and wholeheartedly do accept death for God. Had I a thousand lives, all these to Him I shall offer. Do with me as you please." His Dominican traveling companions were all killed, steadfast until the end. I recount his story not to say that we should emulate Him, but rather that His love for Jesus above all else and his desire to be united to God with his whole life, may help us to know how precious we are to God and how great a gift our Faith is to us. St. Lorenzo Ruiz and companions, pray for us. ............................................................................................................................................................ Lorenzo Ruiz, un laico filipino recién llegado a Japón en 1636, fue arrestado por funcionarios japoneses por el delito de ser cristiano y se le ordenó retractarse de su fe. Cuando se negó, fue encarcelado durante dos años. El 27 de septiembre de 1637, Lorenzo y sus compañeros, varios sacerdotes dominicos, fueron llevados a Nagasaki para ser torturados y asesinados si no se retractaban de su fe. Lorenzo y sus compañeros fueron torturados con agua, que les fue forzada por la boca, por la garganta y por la nariz y los oídos. A pesar de la dolorosa tortura, los hombres se negaron a hacerlo. Seguido a esto, Lorenzo fue colgado cabeza abajo, con una soga alrededor de los tobillos y con un corte en la frente. Esta herida evitó que se acumulara demasiada sangre en la cabeza, pero también provocó que la víctima se desangrara lentamente durante un período prolongado de tiempo. Se deja una mano libre para que la víctima pueda ofrecer un símbolo acordado que representará su deseo de retractarse de su fe. Los pocos que se retractan se salvan y se les permite vivir. Pero pocas personas se retractaron alguna vez, eligiendo en su lugar morir por su fe. Lorenzo se negó a retractarse. Según el registro de su muerte, sus últimas palabras fueron: "Soy católico y de todo corazón acepto la muerte por Dios. Si tuviera mil vidas, todas estas se las ofrecería. Haz conmigo lo que quieras". Sus compañeros de viaje dominicanos fueron todos asesinados, firmes hasta el final. Cuento su historia no para decir que debamos emularlo, sino que su amor por Jesús por encima de todo y su deseo de estar unidos a Dios con toda su vida, nos ayuden a saber cuán preciosos somos para Dios y cuán grandes un regalo que nuestra Fe es para nosotros. San Lorenzo Ruiz y compañeros, ruegan por nosotros.