In today's first reading we encounter the reluctant leader, Moses. He is given a mission by God, but does everything he can not to cooperate with what God wants. I cannot help but think about the wonderful gift of confession. Despite the ease of confession and the proliferation of guides and apps as well as the numerous availability, I still find many of us have that inward hesitation to go to confession. Past negative experiences and shame for our sins are the reasons most often at the core of our resistance. St. Jerome tends to use the analogy of medicine. If we see ourselves as one ho has been poisoned by an animal bite, though we may try to hide the injury from virtually everyone and even succeed in doing so, the poison begins its slow work of killing us inside. Nothing short of going to the doctor, being diagnosed and given the right medicine will save us. St. Augustine uses the analogy of trying to hide from God. Like Adam and Eve in the garden after eating the fruit, who tried to hide from God; so to do we try to avoid him, flee from Him and hide from Him. St. Augustine says though that in reality, we cannot hide from God. We only succeed in hiding Him from us, not us from Him. "If you want to flee from God, flee to Him instead. Flee to Him by confessing to Him; don't flee from him by trying to hide. For you cannot hide, but you can confess." - St. Augustine ........................................................................................................................................................ En la primera lectura de hoy nos encontramos con el líder reacio, Moisés. Dios le da una misión, pero hace todo lo que puede para no cooperar con lo que Dios quiere. No puedo dejar de pensar en el maravilloso regalo de la confesión. A pesar de la facilidad de la confesión y la proliferación de guías y aplicaciones, así como la gran disponibilidad, todavía encuentro que muchos de nosotros dudamos internamente en confesarnos. Las experiencias negativas pasadas y la vergüenza por nuestros pecados son las razones más frecuentes en el centro de nuestra resistencia. San Jerónimo tiende a usar la analogía de la medicina. Si nos vemos a nosotros mismos como alguien que ha sido envenenado por la mordedura de un animal, aunque tratemos de ocultar la lesión a prácticamente todos e incluso logremos hacerlo, el veneno comienza su lento trabajo de matarnos por dentro. Nada menos que ir al médico, que nos diagnostiquen y nos den el medicamento adecuado nos salvará. San Agustín usa la analogía de tratar de esconderse de Dios. Como Adán y Eva en el jardín después de comer el fruto, que trataron de esconderse de Dios; así que para hacerlo tratamos de evitarlo, huir de Él y escondernos de Él. Sin embargo, San Agustín dice que, en realidad, no podemos escondernos de Dios. Sólo conseguimos ocultarlo a Él de nosotros, no a nosotros de Él. "Si quieres huir de Dios, huye a Él en cambio. Huye a Él confesándote; no huyas de Él tratando de esconderte. Porque no puedes esconderte, pero puedes confesarte". - San Agustín