(It was wonderful to see the parishioners who were able to make it this past weekend for our first weekend back with Public Masses!) Our Gospel passage today is the classic question about money. "Should we pay the census tax to Caesar or not?" Of course we all know, Jesus Elegant response, "Repay to Caesar what is what belongs to Caesar and to God what belongs to God."But rather than focusing on the answer to this question, instead lets look at those who asked Jesus. Since I was young, I was always encouraged by my parents and my teachers to ask lots of questions. These Pharisees and Herodians are being far from sincere with this question. First, both groups are rivals and rarely ever have the same viewpoint, Secondly, you can sense the sarcasm in their questioning as they heap on insincere praise. Finally they phrase the question in such a away as to try to prevent any discussion but rather just force one answer or another. We often approach God exactly like this. We have a preconceived notion of what we think the answer should be and then insincerely ask Christ to confirm what we already"know" to be the correct answer. Today we see what happens when you try to trap Jesus. He eloquently sides steps the trap and leaves the people spell bound in the beauty of the Truth. Let us always approach our Lord with a sincere desire to hear His answer. ............................................................................................................................................................ (¡Fue maravilloso ver a los feligreses que pudieron hacerlo el fin de semana pasado para nuestro primer fin de semana de regreso con misas públicas!) Nuestro pasaje del Evangelio de hoy es la clásica pregunta sobre el dinero. "¿Deberíamos pagar el impuesto del censo a César o no?" Por supuesto, todos sabemos, la respuesta de Jesús Elegante, "Paga al César lo que le pertenece al César y a Dios lo que le pertenece a Dios". Pero en lugar de centrarnos en la respuesta a esta pregunta, veamos a quienes le preguntaron a Jesús. Desde que era joven, mis padres y mis maestros siempre me animaron a hacer muchas preguntas. Estos fariseos y herodianos están lejos de ser sinceros con esta pregunta. Primero, ambos grupos son rivales y rara vez tienen el mismo punto de vista. Segundo, puedes sentir el sarcasmo en sus preguntas mientras acumulan elogios sinceros. Finalmente, formulan la pregunta de manera tal que intentan evitar cualquier discusión, sino que simplemente fuerzan una respuesta u otra. A menudo nos acercamos a Dios exactamente así. Tenemos una noción preconcebida de lo que creemos que debería ser la respuesta y luego le pedimos sin sinceridad a Cristo que confirme lo que ya "sabemos" que es la respuesta correcta. Hoy vemos lo que sucede cuando tratas de atrapar a Jesús. Él esquiva los pasos de la trampa y deja a la gente hechizada en la belleza de la Verdad. Acerquémonos siempre a nuestro Señor con un sincero deseo de escuchar su respuesta.