I remember reading somewhere once that a bishop, priest or theologian was asked if it is alright to drink coffee while praying. After thinking for a second, they responded with a twinkle in their eye, "No. you should not drink coffee while praying, however it would be permissible to pray while drinking coffee." G.K. Chesterton, said something very similar when writing about St. Louis the King. He said "a saint would never want to be a king; but a king could want to be a saint." St. Louis acquired his religious devotion and habit of personal and liturgical prayer from the teaching and example of his mother. He heard Mass daily and communicated at the six main festivals, with so much devotion that he went on his knees to receive the Eucharist. St. Louis led an exemplary life, bearing constantly in mind his mother's words: "I would rather see you dead at my feet than guilty of a mortal sin." He spent long hours in prayer, fasting, and penance, and tried to keep these practices private and not done for show. He was renowned for his charity. The peace and blessings of the realm come to us through the poor he would say. Beggars were fed from his table, he ate their leavings, washed their feet, ministered to the wants of the lepers, and daily fed over one hundred poor. He founded many hospitals and homes for women and children. There were many miracles of healing attributed to King Louis starting at the time of his death. Pope Boniface VIII canonized Louis IX, the only king of France to be numbered by the Roman Catholic Church among its saints, in 1297. St. Louis, pray for us. ............................................................................................................................................................. Recuerdo haber leído en alguna parte que le preguntaron a un obispo, sacerdote o teólogo si estaba bien tomar café mientras se rezaba. Después de pensar por un segundo, respondieron con un brillo en los ojos: "No. No debes tomar café mientras oras, sin embargo, estaría permitido orar mientras bebes café". G.K. Chesterton, dijo algo muy similar al escribir sobre San Luis Rey. Dijo que "un santo nunca querría ser rey; pero un rey podría querer ser un santo". San Luis adquirió su devoción religiosa y el hábito de la oración personal y litúrgica de la enseñanza y el ejemplo de su madre. Oía misa diariamente y comulgaba en las seis fiestas principales, con tanta devoción que se arrodillaba para recibir la Eucaristía. San Luis llevó una vida ejemplar, teniendo constantemente presentes las palabras de su madre: "Preferiría verte muerto a mis pies que culpable de un pecado mortal". Pasó largas horas en oración, ayuno y penitencia, y trató de mantener estas prácticas en privado y no para lucirse. Era conocido por su caridad. La paz y las bendiciones del reino nos llegan a través de los pobres, decía. Los mendigos eran alimentados en su mesa, él comía sus sobras, les lavaba los pies, atendía las necesidades de los leprosos y alimentaba diariamente a más de cien pobres. Fundó muchos hospitales y hogares para mujeres y niños. Hubo muchos milagros de curación atribuidos al rey Luis desde el momento de su muerte. El Papa Bonifacio VIII canonizó a Luis IX, el único rey de Francia incluido entre sus santos por la Iglesia Católica Romana, en 1297. San Luis, ruega por nosotros.