In today's Gospel passage we are reminded that much of life is not perfect. We mourn, we go hungry, we suffer, and yes we may even be persecuted. Christ's response to these trials and diffuculties at first glance may seem peculiar. He tells us to be grateful for them and to see these challenges as blessings. He says this for two reasons. The first reason is the obvious one: one day we will experience the opposite. Those who hunger will be satisfied, those who mourn will be comforted. The second reason that he says we should be blessed when we struggle and experience trials is much less clear, but no less true. These sufferings are blessings because they are helpful. They challenge us to rely upon God, to strengthen our virtue and to grow in our hope of what is to come. More importantly, He warns us to be careful if we do not experience hardship and trials. Woe to you who are rich, satiated or who laugh for the opposite will come. The implication is that then they will be ill prepared for that difficult day and will lose hope in God. Is it not true that we are far more likely to be attentive to our relationship with God in the difficult times than we are in the prosperous times. Difficult and suffering is no where near as dangerous as apathy and complacency. May we hunger and thirst for God and then we will be satisfied. ............................................................................................................................................................. En el pasaje del Evangelio de hoy se nos recuerda que gran parte de la vida no es perfecta. Lloramos, pasamos hambre, sufrimos y sí, incluso podemos ser perseguidos. La respuesta de Cristo a estas pruebas y dificultades a primera vista puede parecer peculiar. Él nos dice que estemos agradecidos por ellos y que veamos estos desafíos como bendiciones. Dice esto por dos razones. La primera razón es obvia: un día experimentaremos lo contrario. Los que tienen hambre serán saciados, los que lloran serán consolados. La segunda razón por la que dice que debemos ser bendecidos cuando luchamos y experimentamos pruebas es mucho menos clara, pero no menos cierta. Estos sufrimientos son bendiciones porque ayudan. Nos desafían a confiar en Dios, a fortalecer nuestra virtud ya crecer en nuestra esperanza de lo que está por venir. Más importante aún, Él nos advierte que tengamos cuidado si no experimentamos dificultades y pruebas. ¡Ay de ustedes que son ricos, saciados o que se ríen porque vendrá lo contrario! La implicación es que entonces estarán mal preparados para ese día difícil y perderán la esperanza en Dios. ¿No es cierto que es mucho más probable que estemos atentos a nuestra relación con Dios en los tiempos difíciles que en los tiempos prósperos? Difícil y el sufrimiento no es tan peligroso como la apatía y la complacencia. Que tengamos hambre y sed de Dios y entonces seremos saciados.