Then he looked up to heaven and groaned, and said to him, ‘Ephphatha!’ (that is, ‘Be opened!’). In today's Gospel from Mark, there is clearly a twofold meaning and significnce to the idea of being opened. This passage gives us the impression that it is not just his ears and mouth that must be opened but also the man himself must in some sense be opened, his heart and mind being opened to God. But note also there is more, while the command is addressed most immediately to the deaf man, Jesus’ gaze in this scene is fixed not on the man he is healing, but on heaven. Jesus is not only opening up the man, nor is it simply a metaphor for all of us to be opened up… but it is almost as if Jesus is petitioning the Father to open up the heavens to us. In this moment in Mark, it is this miraculous healing that is sought, but after the resurrection, heaven itself has been opened up to us in quite a literal and profound way. Pope Benedict XVI said that “this little word, ‘Ephphatha—Be opened,’ sums up Christ’s entire mission. He became man so that man, made inwardly deaf and dumb by sin, would become able to hear the voice of God, the voice of love speaking to his heart, and learn to speak in the language of love, to communicate with God and with others.”
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Mirando al cielo, suspiró y le dijo: “¡Effetá!” (que quiere decir “¡Abrete!”). En el Evangelio de hoy de Marcos, la idea de ser abierto tiene un doble sentido y una doble importancia. Este pasaje nos da la impresión de que no sólo hay que abrirle los oídos y la boca, sino que también hay que abrirle al hombre mismo, en cierto sentido, abriéndole el corazón y la mente a Dios. Pero hay más: aunque la orden se dirige más directamente al sordo, la mirada de Jesús en esta escena no está fijada en el hombre al que está curando, sino en el cielo. Jesús no sólo está abriendo al hombre, ni es simplemente una metáfora para que todos seamos abiertos… sino que es casi como si Jesús estuviera pidiendo al Padre que nos abra los cielos. En este momento de Marcos, se busca esta curación milagrosa, pero después de la resurrección, el cielo mismo se abre ante nosotros de una manera bastante literal y profunda. El papa Benedicto XVI dijo que “esta pequeña palabra, ‘Effetá – Ábrete’, resume toda la misión de Cristo. Él se hizo hombre, para que el hombre, que por el pecado se había vuelto sordo y mudo interiormente, pudiera escuchar la voz de Dios, la voz del amor que habla a su corazón, y aprendiera a hablar en el lenguaje del amor, para comunicarse con Dios y con los demás”.