St. Paul says in today's excerpt from his letter to the Romans, "By your stubbornness and impenitent heart, you are storing up wrath for yourself for the day of wrath and revelation of the just judgment of God, who will repay everyone according to his works, eternal life to those who seek glory, honor, and immortality through perseverance in good works, but wrath and fury to those who selfishly disobey the truth and obey wickedness." Faith demands works. “Whoever believes in Him will not be condemned, but whoever does not believe has already been condemned, because he has not believed in the name of the only Son of God.” (Jn 3:18) Believing does not mean passively accepting a set of truths without concrete implications for our particular life. In the words of St. James, “faith by itself, if it has no works, is dead” (Jas 2:17). Those who believe must draw up a plan for Christian life in order to imitate Our Lord, adapting their mentality, intelligence, will and sensibilities to Him, constantly seeking to progress in this union. ............................................................................................................................................................. San Pablo dice en el extracto de hoy de su carta a los Romanos: "Pues por la dureza de tu corazón empedernido, vas acumulando castigos para el día del castigo, en el que Dios se manifestará como justo juez y pagará a cada uno según sus obras. A los que buscaron la gloria y el honor que no se acaban, y perseveraron en hacer el bien, les dará la vida eterna; en cambio, a los que por egoísmo se rebelaron contra la verdad y cometieron injusticias, les dará un castigo terrible." El que en él cree, no será condenado; pero el que no cree, ya ha sido condenado, porque no ha creído en el nombre del único Hijo de Dios". (Juan 3:18) Creer no significa aceptar pasivamente un conjunto de verdades sin implicaciones concretas para nuestra vida particular. En palabras de Santiago, “la fe en sí misma, si no tiene obras, está muerta” (Santiago 2, 17). El creyente debe trazar un plan de vida cristiana para imitar a Nuestro Señor, adaptando a Él su mentalidad, inteligencia, voluntad y sensibilidad, buscando constantemente progresar en esta unión.