Tradition has it that Cecilia, a noble Roman girl, was martyred around the year AD 230. Cecilia was betrothed to the patrician, Valerian. On their wedding day, she revealed that she had converted to Christianity and vowed perpetual virginity. Valerian then agreed to be catechized and baptized secretly by Pope Urban I. Shortly afterwards, Valerian’s brother Tiburtius embraced the Christian faith. The two brothers were soon arrested by order of the Prefect, Turcius Almachius. After being tortured, they were decapitated with Maximus, the officer who had the task of bringing them to jail, and who, along the way, had himself converted. Almachius then decides to kill Cecilia but, fearing the repercussions of a public execution given the popularity of the young Christian, after submitting her to summary judgment, orders that she return to her home to be locked in the steam room (which was to be brought to very high temperature), thus staging a death by asphyxiation. After one day and one night, the guards find Cecilia miraculously alive, wrapped in a celestial dew. Almachius then ordered her decapitation, but despite the three violent blows to the neck, the executioner could not sever Cecilia’s head. Cecilia died after three days of agony, during which she gave all her belongings to the poor, her home to the Church. ............................................................................................................................................................. La tradición dice que Cecilia, una noble joven romana, fue martirizada alrededor del año 230 dC. Cecilia estaba comprometida con el patricio Valeriano. El día de su boda, ella reveló que se había convertido al cristianismo y había hecho voto de virginidad perpetua. Luego, Valerian aceptó ser catequizado y bautizado en secreto por el Papa Urbano I. Poco después, el hermano de Valerian, Tiburcio, abrazó la fe cristiana. Los dos hermanos pronto fueron arrestados por orden del prefecto, Turcius Almachius. Después de ser torturados, fueron decapitados con Maximus, el oficial que tenía la tarea de llevarlos a la cárcel y que, en el camino, se convirtió él mismo. Almachius decide entonces matar a Cecilia pero, temiendo las repercusiones de una ejecución pública dada la popularidad de la joven cristiana, después de someterla a juicio sumario, ordena que regrese a su casa para ser encerrada en la sala de vapor (que debía ser llevada a muy alta temperatura), escenificando así una muerte por asfixia. Después de un día y una noche, los guardias encuentran a Cecilia milagrosamente viva, envuelta en un rocío celestial. Almachius ordenó entonces su decapitación, pero a pesar de los tres violentos golpes en el cuello, el verdugo no pudo cortarle la cabeza a Cecilia. Cecilia murió después de tres días de agonía, durante los cuales entregó todas sus pertenencias a los pobres, su hogar a la Iglesia.