St. John of Capistrano had an easy and comfortable life. He was bright, energetic, and successful. John had studied law and was the mayor of Perugia, an important Italian city; but then war came. He was captured and imprisonment changed John of Capistrano forever. Being confined to the four walls of a prison made him realize how precious was the life that God had given him and how sad it was to waste it on frivolities. After his release from imprisonment, John chose to enter the Religious life and give up the life of riches that he had already experienced. This decision was not an escape from real life, but rather a mature decision to focus on only that which was most important. In a shocking display of humility after giving his life to Christ, John mounted a donkey backwards and rode through the streets of his town wearing only a list of his worst sins. People ridiculed him and pelted him with mud and dung. In this state, he presented himself at the door of a Franciscan monastery to seek admission. He was immediately accepted. After studies, he was ordained a priest in 1421. John’s well of humility had no bottom, and his physical austerities never ceased. He continually mortified himself. He fasted, went barefoot, and slept little throughout his life. He was a student of the great Saint Bernard of Siena, a fellow Franciscan. Like Bernard, John became a renowned preacher and traveled throughout Central and Northern Europe drawing vast crowds. St. John of Capistrano, pray for us. ............................................................................................................................................................. San Juan de Capistrano tuvo una vida fácil y cómoda. Era brillante, enérgico y exitoso. John había estudiado derecho y era alcalde de Perugia, una importante ciudad italiana; pero luego vino la guerra. Fue capturado y el encarcelamiento cambió para siempre a Juan de Capistrano. Estar confinado a las cuatro paredes de una prisión le hizo darse cuenta de lo preciosa que era la vida que Dios le había dado y lo triste que era desperdiciarla en frivolidades. Después de su liberación de la prisión, John eligió entrar en la vida religiosa y renunciar a la vida de las riquezas que ya había experimentado. Esta decisión no fue un escape de la vida real, sino más bien una decisión madura de enfocarse solo en lo que era más importante. En una impactante muestra de humildad después de entregar su vida a Cristo, John montó un burro al revés y cabalgó por las calles de su pueblo vistiendo solo una lista de sus peores pecados. La gente lo ridiculizó y lo arrojó con barro y estiércol. En este estado, se presentó a la puerta de un monasterio franciscano para solicitar la admisión. Fue aceptado de inmediato. Después de estudiar, fue ordenado sacerdote en 1421. El pozo de la humildad de Juan no tenía fondo y sus austeridades físicas nunca cesaron. Continuamente se mortificaba a sí mismo. Ayunó, anduvo descalzo y durmió poco a lo largo de su vida. Fue alumno del gran San Bernardo de Siena, compañero franciscano. Al igual que Bernard, John se convirtió en un predicador de renombre y viajó por Europa Central y del Norte atrayendo a grandes multitudes. San Juan de Capistrano, ruega por nosotros.