With the 10 commandments recounted to us in our first reading today, I cannot help but think about the wonderful gift of confession. There are many different ways to examine ones conscience to prepare for confession but one of the most widely used methods is to use the 10 commandments. Our own guide to confession uses them to organize our thoughts and remember our sins. Despite the ease of confession and the proliferation of guides and apps as well as the numerous availability, I still find many of us have that inward hesitation to go to confession. Past negative experiences and shame for our sins are the reasons most often at the core of our resistance. St. Jerome tends to use the analogy of medicine. If we see ourselves as one ho has been poisoned by an animal bite, though we may try to hide the injury from virtually everyone and even succeed in doing so, the poison begins its slow work of killing us inside. Nothing short of going to the doctor, being diagnosed and given the right medicine will save us. St. Augustine uses the analogy of trying to hide from God. Like Adam and Eve in the garden after eating the fruit, who tried to hide from God; so to do we try to avoid him, flee from Him and hide from Him. St. Augustine says though that in reality, we cannot hide from God. We only succeed in hiding Him from us, not us from Him. "If you want to flee from God, flee to Him instead. Flee to Him by confessing to Him; don't flee from him by trying to hide. For you cannot hide, but you can confess." - St. Augustine ............................................................................................................................................................. Con los Diez Mandamientos que se nos relataron en nuestra primera lectura de hoy, no puedo evitar pensar en el maravilloso don de la confesión. Hay muchas formas diferentes de examinar la conciencia de uno para prepararse para la confesión, pero uno de los métodos más utilizados es usar los 10 mandamientos. Nuestra propia guía de confesión los usa para organizar nuestros pensamientos y recordar nuestros pecados. A pesar de la facilidad de la confesión y la proliferación de guías y aplicaciones, así como de la gran disponibilidad, todavía encuentro que muchos de nosotros tenemos esa vacilación interna para confesarnos. Las experiencias negativas pasadas y la vergüenza por nuestros pecados son las razones más a menudo en el centro de nuestra resistencia. San Jerónimo tiende a usar la analogía de la medicina. Si nos vemos como una puta que ha sido envenenada por la mordedura de un animal, aunque tratemos de ocultar la herida a prácticamente todo el mundo e incluso tengamos éxito en hacerlo, el veneno comienza su lento trabajo de matarnos por dentro. Nada menos que ir al médico, ser diagnosticado y recibir el medicamento adecuado nos salvará. San Agustín usa la analogía de tratar de esconderse de Dios. Como Adán y Eva en el huerto después de comer la fruta, quienes trataron de esconderse de Dios; para hacerlo tratamos de evitarlo, huir de Él y escondernos de Él. Sin embargo, San Agustín dice que, en realidad, no podemos escondernos de Dios. Solo logramos esconderlo de nosotros, no nosotros de él. "Si quieres huir de Dios, huye a Él. Huye a Él confesándole; no huyas de Él tratando de esconderte. Porque no puedes esconderte, pero puedes confesar". - San Agustín