‘O God, be merciful to me a sinner.’ The humility of the tax collector before God is beautiful. There is clearly a realization of God's majestic dominion over him and that he is approaching the one source of all that is. The Pharisee by contrast is lacking the situational awareness of with whom he is speaking. The Pharisee fails to see himself as he is before God, where as the tax collector cannot see anything but God and is over whelmed by God's presence and his own smallness and unworthiness before God. How often we approach God like we are giving Him the marching orders or telling God what He should be doing and how he should be handling things. We should cultivate a bit more of the perspective of the tax collector, who permits himself only in humility to approach the throne of God. "Two people went up to the temple area to pray." One told God how good he was and the other showed God how low he was. One left erroneously exalted in his in own self righteousness and the other left justified as he was healed in God's mercy. As St. Paul tells us in Romans chapter 11: None of us lives for oneself, and no one dies for oneself. For if we live, we live for the Lord, and if we die, we die for the Lord; so then, whether we live or die, we are the Lord’s. For this is why Christ died and came to life, that he might be Lord of both the dead and the living. Why then do you judge your brother? Or you, why do you look down on your brother? For we shall all stand before the judgment seat of God; for it is written: “As I live, says the Lord, every knee shall bend before me, and every tongue shall give praise to God." ................................................................................................................................................................ "Oh Dios, ten piedad de mí, pecador". La humildad del recaudador de impuestos ante Dios es hermosa. Es evidente que hay una comprensión del majestuoso dominio de Dios sobre él y que se está acercando a la única fuente de todo lo que existe. El fariseo, por el contrario, carece de la conciencia de la situación de con quién está hablando. El fariseo no se ve a sí mismo como es ante Dios, mientras que el recaudador de impuestos no puede ver nada más que a Dios y está abrumado por la presencia de Dios y su propia pequeñez e indignidad ante Dios. Cuán a menudo nos acercamos a Dios como si le estuviéramos dando las órdenes de marcha o diciéndole a Dios lo que debería estar haciendo y cómo debería manejar las cosas. Debemos cultivar un poco más la perspectiva del recaudador de impuestos, que sólo se permite con humildad acercarse al trono de Dios. "Dos personas subieron al área del templo para orar". Uno le dijo a Dios lo bueno que era y el otro le mostró a Dios lo bajo que estaba. Uno fue exaltado erróneamente en su propia justicia propia y el otro fue dejado justificado cuando fue sanado en la misericordia de Dios. Como nos dice San Pablo en el capítulo 11 de Romanos: Ninguno de nosotros vive para sí mismo y nadie muere para sí mismo. Porque si vivimos, vivimos para el Señor, y si morimos, morimos para el Señor; entonces, ya sea que vivamos o muramos, somos del Señor. Por eso Cristo murió y resucitó, para ser Señor tanto de los muertos como de los vivos. Entonces, ¿por qué juzgas a tu hermano? O tú, ¿por qué desprecias a tu hermano? Porque todos estaremos ante el tribunal de Dios; porque está escrito: "Vivo yo, dice el Señor, que ante mí se doblará toda rodilla, y toda lengua alabará a Dios".