Our passage is from 1 Samuel chapter 16 today and it brings to mind 2 very important lessons. The first is that "Not as man sees does God see, because he sees the appearance but the LORD looks into the heart." Our exterior actions are important but interior is where we shall fully be judged. This can be terrifying. We each know our own hidden wickedness. If we do not deceive ourselves we know that inwardly we struggle, but if we really do love God with all our heart then he will see that and judge us accordingly. The second lesson stems from the act of anointing. "Then Samuel, with the horn of oil in hand, anointed him in the midst of his brothers; and from that day on, the Spirit of the LORD rushed upon David." The Lord did not need the youth, David, to be anointed. The Spirit could have rushed upon him whenever God willed it. The sign of the anointing was to important to God though. The one who created us, knows us. The external sign of the anointing is essential to help others to believe that the Lord is with David. In the Church we call these outward signs, sacraments. The sacraments exist not because they are necessary for God to act but rather because God chooses to act through them, for He knows our needs. ............................................................................................................................................................. Nuestro pasaje es del 1 Samuel capítulo 16 hoy y trae a la mente 2 lecciones muy importantes. La primera es que "Dios no ve lo que el hombre ve, porque él ve la apariencia, pero el Señor mira dentro del corazón". Nuestras acciones exteriores son importantes pero en el interior es donde seremos juzgados plenamente. Esto puede ser aterrador. Cada uno de nosotros conocemos nuestra propia maldad oculta. Si no nos engañamos a nosotros mismos, sabemos que interiormente luchamos, pero si realmente amamos a Dios con todo nuestro corazón, él lo verá y nos juzgará en consecuencia. La segunda lección surge del acto de la unción. "Entonces Samuel, con el cuerno del aceite en la mano, lo ungió en medio de sus hermanos; y desde aquel día el Espíritu de Jehová descendió sobre David". El Señor no necesitaba que el joven David fuera ungido. El Espíritu podría haberse precipitado sobre él cuando Dios lo hubiera querido. Sin embargo, la señal de la unción era demasiado importante para Dios. El que nos creó, nos conoce. La señal externa de la unción es fundamental para ayudar a otros a creer que el Señor está con David. En la Iglesia llamamos a estos signos externos, sacramentos. Los sacramentos existen no porque sean necesarios para que Dios actúe, sino porque Dios elige actuar a través de ellos, porque Él conoce nuestras necesidades.